La desecación de alimentos es un tema relevante del pasado, la actualidad y del futuro.
Ante las altas demandas alimentarias en un planeta cada vez más poblado, la eficiencia de los procesos de producción, secado y almacenamiento, aunado al ahorro energético, cobra una importancia más notable. De hecho, se calcula que al menos un 50% de la energía total utilizada en alimentos postcosecha, se destina exclusivamente a tratamientos de secado. En ese sentido, sistemas deshumidificadores industriales y otros métodos de deshumidificación con métodos alternos, como el uso del mineral zeolita, son sumamente necesarios en cualquier industria.
Enfocándonos en la zeolita, se puede definir como un material excelente con alta afinidad al agua y a la humedad circundante, por lo que usarlo como auxiliar en el secado por aparatos, puede ayudar aún más al aprovechamiento energético. De hecho, como pruebas de laboratorio, han usado a la zeolita para observar su capacidad para secar a la cebolla y al arroz. Manejando un rango de temperatura de entre 50 y 60 grados centígrados, la eficiencia del sistema puede llegar a alcanzar hasta un 75%, resultando en un producto de alta calidad.
Mientras los procesos de secado de alimentos sean más eficientes, los desafíos de la demanda mundial alimenticia serán satisfechos plenamente. Por ello, es trascendental hacer uso cabal de los deshumidificadores industriales y otros métodos de secamiento.
La importancia de estos procesos
Radica en darle una opción al consumidor, en su comodidad para consumir los alimentos almacenados, sin que estos sufran alteraciones en su morfología que baje su calidad, ni mucho menos represente un peligro para las personas.
De forma general, los alimentos de procedencia agrícola, como legumbres y productos de almidón, tienen que ser secados a bajas temperaturas de 10°C, o moderadas en un rango de 50°C a 70°C; esto, para asegurar la conservación de sus propiedades saludables, como proteínas, vitaminas, enzimas, entre otros. Asimismo, un adecuado proceso desecante garantizará la buena textura, color y forma.
Hay que discernir los distintos métodos de secado, porque la tecnología moderna ha estado dando saltos significativos con resultados muy favorables. Por un lado, tenemos los deshumidificadores industriales por bajas temperaturas y hasta de congelación, y por otro lado están los mecanismos de desecación convectivos. A final de cuentas, hay que ver cuáles son los mejores para la transferencia térmica y de humedad, con respecto al punto de rocío o humedad relativa.
En cuanto al aprovechamiento energético de los sistemas, tal vez todavía no sea suficiente, puesto que la mayoría de los mecanismos o métodos de conservación, siguen siendo a base de combustibles fósiles, aunque eso sí, algunos modelos o fabricantes diseñan los sistemas para una eficiencia energética, al menos lo más que se pueda. Se ha visto la posibilidad de usar la misma biomasa como fuente de energía renovable, pero la verdad es que apenas es muy limitada esa opción. En cuanto al aprovechamiento de energía solar, algunos desecantes industriales e incluso sistemas de humidificación, han podido vincularse con este tipo de fuente renovable, ya sea con un dispositivo de desecación solar o con el enlace a los paneles solares.
Si bien los sistemas convencionales de secado han servido por mucho tiempo a sectores primarios, ejemplos claros está la agricultura, la pesca, e incluso la medicina herbaria, la realidad es que habrá de afrontar las limitaciones de estos, con ayuda de otros elementos, como la zeolita o el mismo gel sílice, sobre todo en entornos preponderantemente húmedos, para la eliminación oportuna de la humedad del aire en la postcosecha, producción o almacenamiento de productos alimenticios.
Se trata de checar los distintos métodos para el buen secado, mientras se percibe un ahorro energético de hasta un 70 o 75% como menos, y ya cuando se traten de sistemas más sofisticados, donde impliquen pre-secados y absorción de humedad por etapas, entonces se podría percibir un ahorro de hasta 90%.